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Buena chanza, mejor pitanza

Un verdor terrible

Un verdor terrible

La población tuvo que ser controlada por un ejército cuyos soldados estaban tan débiles y famélicos como las personas a las que debían apaciguar; recibían menos de cien gramos de carne al día, infestada de enormes gusanos blancos. Cuando las tropas repartían los pocos víveres que llegaban al país desde Alemania, el caos era total: durante uno de los disturbios, Schrödinger vio cómo la multitud derribaba a un policía de su caballo. En cinco minutos el animal fue descuartizado por un centenar de mujeres que se agolparon alrededor del cadáver para arrancar hasta el último jirón de su carne.”


Pasaje de Un verdor terrible

Benjamín Labatut

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