24 de horas de balonmano
De los 8 a los 18 años, probablemente el acontecimiento anual que más emoción me producía eran las 24 horas. Primero la ilusión de jugar delante de mucho público, además del regalo y el refresco. Un año también tuve la suerte de ser el oferente de las 24 ante la Virgen del Pilar. Después, la primera noche fuera de casa sin la supervisión paterna. Tener permiso para quedarse a dormir en el colegio suponía pasar a ser de "los mayores". Con algo más de edad recuerdo el cansancio del domingo a la 1 cuando después de la clausura recogíamos las redes, las mesas, el bar...
En la edad en la que el cuerpo todo lo aguanta, las 24 horas eran una etapa más en la salida de la noche del sábado. "Estos chicos están locos", debían pensar en el pub de turno cuando marchábamos a las 3 o 4 de la mañana a jugar un partido de balonmano.
Ahora, la preparación física de todo un año no tiene otro objetivo que poder jugar unos 20 minutos el partido de estas 24 horas. No sé si aguantaremos, pero de momento mañana iremos a la presentación que este año se hace en el Hotel Reino de Aragón. Me han invitado unos amigos.
[FOTO: Equipo infantil de Maristas en las 24 horas]
2 comentarios
Iñakil -
Yo he jugado desde la segunda edición hasta 1994. Creo que entre medio falté a una en la que el Digsa todavía tenía competición. Pero bueno, tuve buen relevo.
Olga -
Por cierto, me ha gustado mucho el comentario que has hecho Iñakil, ¡qué bien lo has expresado!