LA FABADA
La fabada no permite familariedades, ni que se la trate como cosa baladí y de poca sustancia, gustando de que se le guarde respeto y de que nadie se tome descomedimientos con ella. En este punto, es vengativa, marrullera y taimada. Los anales de nuestras casas de comidas y restaurantes están llenos de penosos y lamentables ejemplos en que el forastero, desconocedor de las terribles fuerzas nutricias que en sí encierra la fabada, se permitió con ella excesivas complacencias y libertades: la fabada puesta en pie de guerra en el confiado y cándido estómago de su abusador, ha de dar cumplida fe de su potencia, haciéndole más cauto y precavido en los sucesivos embites.
Tal vez su destierro de las mesas reales y emperigotadas se deba a su absoluta incompatibilidad con cualquier otro plato. La fabada es tan absorvente y " totalitaria " que no permite en la mesa en que se sirve, ningún otro plato que con ella comparta la soberanía de la pitanza.
Los asturianos están orgullosos de este ciclópeo alimento que carazteriza la mesa de su tierra, y miran por encima del hombro esas futesas que se llaman gazpacho, cocido, paella, migas, etc., teniéndolas por cosa aérea, propia de filósofos, pero no de gente de cogote lustroso y sanguíneo, con los pies bien hincados en la tierra.
Finalmente, piensan los asturianos que las bodas de Camacho el rico, no fueron todo lo completas y abundantes que Cervantes cuenta, porque en ellas faltó su fabada, sin que de las enormes ollas que allí había pudiera Sancho espumar su negra, jugosa y brillante morcilla , de quien dijo el poeta :"
" La morcilla. ¡ Oh, gran señora,
digna de veneración !
! Qué oronda viene y qué bella !
! Qué Través y enjundia tiene !
Paréceme, Inés, que viene
Para que demos en ella. "
Y mucha atención :
No es lo mismo que coma la verdadera fabada un campesino que lo haga un contribuyente de los de a coche. El primero irá a continuación en busca de la guadaña y, entre rutios de chorizo y morcilla, y múltiples cuescos, tendrá una añorante digestión.
Mientras que el segundo -del asiento del coche al de la oficina, y viciversa- lo único que añorará es como se encontraba antes de la fartura
El que avisa, no es traidor
3 comentarios
Fer -
Ahora a esperar otra oportunidad gastronómica. lo que me recuerda el comentario del presidente acerca de que atesoraba ricos caldos gallegos. Que bien pueden acompañarse con grelos y cachelos acompañados de lacón, o bien con algún pescaditu o mariscu que nos arregle el temple y nos temple el alma. Amén.
iñakil -
Juancho -