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Buena chanza, mejor pitanza

Visita al Olimpo

Visita al Olimpo

 

VISITA AL OLIMPO

Parte segunda

... Lo del intérprete lo pensé bien, me vino una idea a la cabeza y le dije:

  • ¿No andará por aquí un tal Marcial?, pregunto por él porque ese señor es paisano mío y nos entenderemos bien, o él o el Séneca que también es hispano aunque de otra provincia, y son personas cultas y con ellos no tendré problemas.

  • Seguro que sí, es posible que estén los dos juntos, pues siempre se han llevado bien, me respondió la musa.

  • Vale, pues si puedes avisar a Marcial, le dices que hay aquí un paisano suyo que necesita su ayuda.

Ni corta ni perezosa la musa hizo sonar su voz argentina través de una enorme trompa y se oyo en todo el entorno:...

?Dominus Marcus Valerius Martialis, homo hispanicus exspecto te in prima porta?.

Mientras, las otras musas me ofrecían una especie de silla más pequeña que un triclinium y colocaban sobre una mensa delphica un canistrum con frutos frescos, una jarra (crater) con vino y un vaso (calathus) para que me sirviera, mejor dicho para que bebiera pues muy solícitas ellas enseguida me lo llenaron, y no estaba malo la verdad, muy parecido al Somontano y con las uvas, manzanas y los melocotones de la cesta entraba de gloria. Y pensé... ?Nunca fuera caballero de damas tan bien servido, como fuera D. Ignacio cuando al Olimpo vino?, no es frase mía, pero ya que estamos en esto de la literatura y para demostrar que estoy puesto y la hago...

Y en esas estaba cuando apareció Marcial, solo, con andar pausado, elegantemente vestido con su toga de color azul, limpia, sobre una túnica carmesí y sus sandalias de cuero de cabra dejando oír con rotundidad sus pasos en el empedrado.

  • ¿Tu me esperabas?, ¿Cuál es tu nombre?, dijo a modo de saludo.

  • Ignacio y soy de Caesar Augusta, Zaragoza tu tierra, le respondí.

  • Ignatius... Y no confundamos ¿eh?, Que yo no era de Caesar Augusta, que nací en Bilbilis, me apuntó algo molesto.

Parece ser que ya entonces había rivalidades vecinales o es que al ser las comunicaciones más difíciles, casi nada los pasos por La Muela, Morata, El Frasno y Cavero o como se llamaran en aquel tiempo, para ir andando o a caballo, aunque no creo que por aquellos entonces anduvieran por los montes, utilizarían las facilidades de la orografía que es lo que se hacía y por donde se trazaban calzadas y caminos hasta la aparición de los ingenieros, de caminos. Así pues que no estaba tan arraigado el sentimiento de proximidad y solo debían ser paisanos los del entorno más próximo, o sea de cómo mucho de cinco a veinte leguas de distancia.

  • Bueno pero están cerca y ahora somos todos aragoneses, así que paisanos, le insistí.

  • Bien, dejemos de discutir banalidades y vayamos al grano, ¿qué te trae por aquí?, me dijo.

  • Pues verá, ya sabe usted que me gusta la historia, en la tierra y en mis días he procurado leer sobre lo que se cuenta de la gente antigua, incluso alguna vez he tenido la fortuna de estar en directo con algún personaje de hace siglos, no se si de verdad o han sido imaginaciones mías pero me ha gustado recordarlo, me lo paso bien y luego lo escribo. No vea como me pone el tratar con tipos de hace 20 o 25 siglos, y conocer de primera mano lo que se cuentan. Al fin y al cabo en todas las épocas se han cocido las habas y siempre puedo encontrar algo común.

  • De acuerdo Ignatius, demos un paseo mientras me cuentas que haces tú en la tierra, ¿estudias o trabajas?.

Le comenté brevemente mi situación, que ya había obtenido el rango de retirado luego de muchos años dando el callo, aunque no creo que se enterara mucho dado lo alejado de su realidad y su pensamiento en el tiempo y que por sus días no existía la Seguridad Social, y así se lo hice notar, pero él me dijo que no creyera que los tiempos habían variado mucho desde los suyos y me dijo lo siguiente.

  • Mira Ignatius, -¡que pelma se estaba poniendo con el latinajo!- cuando yo me volví al pueblo, luego de mi periplo y mis intentos de hacer fortuna en Roma -tomé buena nota de que entonces también existía la emigración para conseguir las habichuelas- le escribí una carta a un primo mío y para que veas que esto ha cambiado poco o nada, le decía lo siguiente:

Y me recitó un poema que yo ya había leído en algún sitio, pero que escuchándolo de sus labios, un tipo como él, vestido con semejante toga y aquellas pintas de filósofo, me pareció algo tan actual como los tranvías o la tele, me regocijé escuchándoselo declamar: Las cosas que hacen feliz, amigo Ignatius (Marcial dice el original), la vida son: el caudal heredado, no adquirido con fatiga; tierra al cultivo no ingrata; hogar con lumbre continua; ningún pleito, poca corte; la mente siempre tranquila; sobradas fuerzas, salud; prudencia pero sencilla; igualdad en los amigos; mesa sin arte, exquisita; noche libre de tristeza; sin exceso en la bebida; mujer casta, alegre, y sueño que acorte la noche fría; contentarse con su suerte, sin aspirar a la dicha; y finalmente, no temer ni anhelar el postrer día. ¡Joooder el tío!... ¿verdad que sabía por donde venían los tiros?.

Todo esto me lo decía mientras caminábamos y yo observaba todo aquel entorno. No muy distantes y sobre una loma se podía distinguir un gran grupo de gentes que andaban todos medio desnudos, lo cual demuestra la antigüedad del naturismo, los tíos en pelota picada luciendo unos cuerpos cachas que no veáis, musculosos y sin un gramo de grasa por ninguna parte se entretenían haciendo posturas y ejercicios gimnásticos, algunos con espadas y otros con todo tipo de artilugios de guerra o para la guerra, eran o debían ser los héroes y guerreros aqueos, tracios, tricios, dálmatas o yo que sé, que se habían ganado la inmortalidad merced a Homero, Herodoto o Arctino de Mileto. Más allá en una ladera se divisaba una zona poblada de bosques, fuentes, lagos como espejos y ríos de aguas clarísimas, donde me figuré que andarían las sirenas, ninfas, faunos, personajes mitad persona mitad bicho y todos los demás seres menores y presidiendo a toda esta pléyade, allá en la cima estaban los dioses... y las diosas...

  • Y ahora por qué o por quien tienes interés ¿y por donde quieres que empecemos?, me sonrió amablemente a la vez que miraba de soslayo mis pintas de guerrero.

Yo la verdad es que estaba maravillado, no sabía que decirle pero me decidí y le dije:

  • Mire Marcial, una vez que estoy aquí no me gustaría marcharme sin conocer a una diosa de verdad, a Venus, Diana, Juno, Minerva o alguna de las tres gracias, y si es a las tres, pues mejor, respondí.

  • ¡Ah pillín!. ¿y porque no a Zeus o Marte? o algún otro dios.

  • No, es que... ¿sabe?..., que no se porqué, pero me gustan más las mujeres, además todos estos dioses son muy brutos, que he leído las barbaridades que hacían, si acaso, si acaso, me gustaría conocer a Hércules, o Heracles que no se aquí como lo llamarán.

  • Bien pues, veamos si las diosas tienen hora de visita, que con esto de los pintores, a todos les da por pintarlas a todas y luego con los escultores... no creas que reciben a cualquiera... no tienen tiempo material... Si no nos reciben te presentaré a Hércules, ya verás como no te defrauda, pero no es un dios no sé si lo sabías...

  • Es verdad, que solo era un héroe y según tengo entendido pasó a ser famoso porque debía ser muy currante, según cuentas las crónicas?

1 comentario

Fer -

Mi señor don JIL: una de dos, o has estudiado mucho por tu viaje a los territorios del Olimpo, o has aprendido mucho en tu viaje por los territorios del Olimpo. Espero y deseo que el azul del Mar Egeo no os ciegue los ojos como el humo, y estéis disfrutando de un escelente viaje.