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Buena chanza, mejor pitanza

Atril

Nueva web

¡Hola a todos! Amigos del buen llantar os recomiendo una pagina 123miweb.es/411carolus. Recomendada para autonomos.

 Un saludo

 Carlos.

Campeonas

Campeonas

 

Transcribo comentario recibido en el blog:
Queridos amig@sNos dirigimos a Ustedes con el afán de dar a conocer nuestra publicación, si es que aún no nos conocen.Somos campeonas.com, (http://www.campeonas.com) un portal español dedicado única y exclusivamente a cubrir noticias de deportistas femeninas españolas.Desde hace un par de años observamos que la cobertura del deporte femenino era escasa, prácticamente nula, y decidimos entonces incluir un gran número de actividades deportivas en nuestra web.Contamos con una buena cantidad de secciones e intentamos difundir tanto las disciplinas en las que participan atletas de elite como los eventos disputados en cualquier pequeña población.El hecho de que una mujer española este participando de cualquier actividad deportiva es suficiente mérito para tener lugar en nuestra web.No estamos interesados en noticias de prensa rosa u otro tipo de escándalos. No nos interesa la vida privada de la deportista, sino su actividad en la disciplina que practica.Somos un sitio en constante crecimiento y nuestras fuentes de noticia son variadas. Nos alimentamos de noticias que recogemos en los distintos medios de prensa españoles, comunicados de Federaciones nos hacen llegar, colaboradores y algunas investigaciones propias.Con el afán de seguir superándonos, solicitamos su colaboración. En este sentido les pedimos que nos hagan llegar a este mail (prensa@campeonas.com) cualquier tipo de información que deseen difundir para poder publicada.Entre todos podemos hacer que campeonas.com crezca aún más y le de a la mujer el lugar que justamente y realmente se merece en lo que a cobertura deportiva se refiere.AtentamenteEquipo CampeonasTelf 947 513 495Móvil 609 873 693www.campeonas.com

 

Villancicos

Si me dicen que cante un villancico,- ya lo siento,- sólo me sale el del anuncio de Coca Cola.

Cuando se emitió por primera vez, yo tenía 6 años. No se puede culpar a aquel niño de consumista, laico o vete tú a saber qué más cosas. Los niños son lo que ven, oyen y callan. Este adulto sí puede responder por sus actos y sus gustos, los niños no.

El Lipocondrio

El Lipocondrio

EL LIPOCONDRIO

 

Hoy tengo ganas de hablar sobre algo más profundo, ya vale de banalidades mitológicas como las anteriores. Hoy os voy a hablar del lipocondrio. Seguro que os habéis quedado con la boca abierta y con una pregunta en la mente... ¿Qué leches será eso del lipocondrio?. Pues veréis... Y sobre todo para que no os deshagáis el seso y durmáis tranquilos, sobre todo si lo leéis por la tarde o antes de acostaros, os lo voy a explicar brevemente.

El lipocondrio abisal (berracus profundis), como su nombre indica es un animal muy interesante, pertenece a una subespecie de las anémonas acuáticas mezotropicales. Este conocimiento me es dado porque estoy haciendo un curso por correspondencia sobre la reproducción asistida del lipocondrio, que se imparte en la Science Univerty of Bluestone. Espero terminarlo al año que viene o dentro de varios como mucho y del que recibiré, como es preceptivo faltaría más, el correspondiente diploma de asistencia y aprovechamiento, y como muestra escribo este breve relato que podrá servirme como ejercicio final de este curso y lo someto a vuestro juicio. Si supero con éxito el examen de final de curso y una vez doctorado en asuntos tan profundos, posiblemente me permitiré impartir conferencias sobre esta cuestión, ya que temas como este son muy apreciados en los foros más distinguidos y hasta puede que me forre... Pero volvamos al tema. 

Ahora normalmente, el bicho en cuestión, habita en la fosa de las Marianas, que como sabéis es bastante profunda, pero no vive en el fondo del todo, un poco más arriba, lo que podríamos llamar entre dos aguas, o vaya usted a saber entre cuantas, porque con la cantidad de agua que hay en ese lugar. Madre mía, más de diez mil metros hay que nadar hasta llegar abajo. Y no es eso lo malo, que cuesta abajo se nada bien, lo malo es volver nadando cuesta arriba a la superficie, vamos que ni el David Meca ese...

Pues bien... Fue descubierto el animal y dado a conocer por el oceanógrafo Jacques Mosqeau el 23 de Febrero de 1981; este hecho a pesar de su importancia no tuvo por aquel entonces demasiada relevancia ni eco informativo en España, dado la que estaba cayendo en estas latitudes por esos días, pero la tiene y mucha.

Como os decía... y comienzo describiendo tal como lo hizo Mosqeau desde su batíscafo, -esto del batíscafo ya sabréis lo que es, es como una pecera pero al revés, es decir con los hombres dentro y con el agua y los peces por fuera- al verlo aparecer en la escotilla de cristal que permitía ver lo que a su alrededor y a tamañas profundidades se gestaba. El científico escribió. “Es un animal de aspecto semipisciforme, con cabeza alomada sobre las branquias laterales, protegidas por acúleos cartilaginosos de color oscuro, una boca grande y redonda como una especie de embudo por donde aspira el agua y de la que una vez filtrada en ella merced a un complejo mecanismo propio de la especie, saca el alimento microscópico del que mantiene su existencia, ya que a tamañas profundidades no suele haber ni un puto pez que llevarse a la ídem, no tiene dientes ni los necesita por tanto. Y prosigue. Solo tiene un ojo por lo que siempre mira de frente, lo cual dice mucho de su buen talante y disposición y por supuesto de su “pezería de bien”. El cuerpo alargado y cubierto de una especie de gelatina obscura en lugar de escamas, supuso Mosqeau que para defenderse de las bajas temperaturas del agua en aquellas profundidades, puesto que en algunos momentos y sobre todo por la noche pueden llegar a los cuarenta grados bajo cero, se prolongaba desde la cabeza hasta las colas, cosa normal por otra parte ya que no podía prolongarse más allá de la cola ni más acá de la cabeza, porque la tenía justito delante del cristal de su ojo de buey, quiero decir de la ventanita redonda protegida por cristal del batíscafo por donde observaba, ya que Mosqeau no tenía ojos de buey.

Lo que no encontró tan normal a primera vista fue lo de las dos colas, aunque en su observación posterior del resto de los componentes de la colonia, Mosqeau pudo constatar que había individuos con una y otros con dos. Supongo que será por la diferencia sexual –apuntó el oceanógrafo a sus ayudantes- y dedujo que los ejemplares con dos colas serían las hembras y los de una los machos, lo que según su opinión facilitaba el apareamiento y la conservación de la especie. Mediría aproximadamente entre uno y cinco metros, aunque esta indefinición la justifica Mosqeau por la perspectiva, puesto que al observarlo de frente y dada la oscuridad reinante fuera le fue difícil precisar su longitud, pero vaya... cuatro metros más o menos carecen de importancia. En los costados estaban provistos de unas aletas de materia cartilaginosa trasparente, que al extenderlas el bicho, le permitía desplazarse en su hábitat cual si de un ala delta surcando el  aire se tratara o tratase y le otorgaba una gran majestuosidad en sus desplazamientos que llamó mucho la atención del científico, de ahí que lo bautizara como Lipocondrio.

He podido conocer en mis investigaciones concernientes al curso que estoy realizando, desde aquí quiero agradecer la atención recibida por la Oceanografic Bureau of Philadelfia, que aunque el descubrimiento ha sido relativamente reciente, estos animales ya se conocían de antiguo, puesto que Homero metafóricamente los menciona en la Iliada y que habitaban y son originarios del Mediterráneo pero que por mor de la explotación abusiva y de las muchas y constantes guerras y batallas que ha habido en el mare nostrum a lo largo de los siglos, con el consiguiente vertido de deshechos humanos y no tan humanos en épocas más recientes, el animal emigró a zonas más tranquilas y con las aguas en mejores condiciones y dio en refugiarse en la mencionada fosa donde fue descubierto a finales del siglo XX.

También en el diario de bitácora del capitán Nemo se hace mención a él, aunque sin mencionar todavía el nombre con el que lo bautizo Mosqeau, era el que estaba a la derecha del pulpo gigante y lo solía acompañar en sus correrías submarinas. Lo lamentable del caso es que no se hayan podido obtener fotografías del bicho en cuestión, ya que por aquellos lares y más con la escasez de medios con que contaba la expedición oceanográfica de Mosqeau no se lo permitieron, solo disponían de una Yashica y no era suficiente el flash a tamaña profundidad, y lo peor fue que tampoco pudieron capturar a ninguno de ellos dada la imposibilidad de salir del artefacto en que hacían la observación, aunque eso si pudieron establecer un censo bastante aproximado de los ejemplares que formaban la colonia descubierta, 14 ó 15, dado lo cual se pasó a considerar a esta como especie protegida. ¿Satisfechos?

En los próximos meses, y con la llegada del buen tiempo, los componentes del curso que estamos realizando, vamos a preparar otra expedición a modo de viaje de estudios con el fin de ampliar conocimientos sobre estos bichos y de paso volver a establecer de nuevo un censo. Pero esto requiere una preparación muy minuciosa dado el riesgo existente, y sobre todo se necesita cuidar mucho la logística pues no es cosa de andar arriesgando la vida por la ciencia, y también el asunto crematístico es muy importante. Si alguno de los que leéis esto estuviese dispuestos a colaborar, bien sea con vuestra presencia o simplemente con vuestra ayuda, hacédmelo saber que lo estudiaré, que siempre es bien recibida la colaboración, ya que en esto de la ciencia es muy importante el equipo. Y además luego tened por seguro que nos espera... LA FAMA.

Visita al Olimpo

Visita al Olimpo

VISITA AL OLIMPO

Parte tercera y final

 

... Mientras nos dirigíamos a la zona noble que era donde estaban los dioses, atravesamos la parte en la que estaban los héroes, yo no paraba de mirar a un lado y a otro,  ya que nos cruzábamos con algún tipo de los que llamamos inmortales. Alguno se volvía al pasar extrañado de que un personaje tan serio y reputado como Marcial fuera acompañado de un guerrero tan desastroso como el que iba a su lado, solo me faltaba la lanza para ser la viva imagen del romano de Asterix. Por fin llegamos al lugar de mis deseos. Marcial se hizo notar y enseguida nos permitieron el paso, no sin advertir algo de perplejidad y ciertas miradas de cachondeo por parte de los que estaban en la puerta.

Un sastre por aquellos lares hubiera tenido poco futuro pues tanto el personal del género masculino como el femenino utilizaban poca ropa, o nada como ya os dije, sería por la bonanza del tiempo o por algún otro motivo oculto lo cierto es que aquel lugar hubiera colmado las mayores expectativas del más exigente voyeur. ¡Santo cielo, que cuerpos!. Me sentía como una maruja en el cruce del Hollywood Boulevard y Highland Av. en Los Ángeles, apalancada en la alfombra roja del Teatro Kodak para ver pasar a todas las celebridades cinematográficas del momento. No daba crédito a lo que mis ojos vislumbraban, allí estaban las otras celebridades, muchas desconocidas para mí pero otras totalmente reconocibles por las obras que los pintores han ido plasmando para la posteridad en sus obras. Dioses y diosas, tanto griegos como romanos; me pareció reconocer a algunos por los objetos que portaban en sus manos, cítaras, liras, rayos, tridentes, etc. etc.

Pero yo estaba con mi erre que erre, ardía en deseos de tener frente a mí a la Venus, me rondaba por la cabeza estar al lado de esa Afrodita que tan maravillosamente ha sido tratada por los artistas de todas las épocas. Diosa del amor. Cuentan que todos los dioses estaban sometidos a su poder por los sentimientos amorosos que despertaba, exceptuando a Palas, Atenea, Artemisa y Vesta, lógicamente puesto que eran mujeres y el afecto lésbico no se debía de dar por aquel entonces. Zeus mismo accedía a sus deseos a veces con la máxima complacencia. Parece ser que todos los dioses hechizados por su gran belleza quisieron casarse con ella, casarse o llevársela al huerto, pero todos fueron rechazados, Zeus para castigarla por su orgullo hizo que se casara con Hefesto, el cual era cojo de las dos piernas porque Zeus lo arrojo del cielo y no debió quedar muy entero de la leche que se arreó. Afrodita engañaba a Hefesto con Ares el Dios de la guerra, y con unos cuantos más, en una palabra que refocilaba con todo el que le apetecía, porque tuvo más hijos con otros personajes según cuentan, mas o menos como la Isabel Presley. Afrodita es considerada diosa de la belleza, de las Gracias, la juventud era su mensajera y las Gracias sus compañeras y servidoras, que al salir de las olas cubrieron su cuerpo de ricas vestiduras. Y en estas reflexiones andaba yo cuando Marcial me dijo:

-¿No querías estar con Afrodita?, pues ahí la tienes, aprovecha que hoy debe ser su día libre y no tiene artistas en su derredor.

Me adelanté unos pasos hacia donde estaba ella, acompañada por una de las Gracias, no se cual pues nunca he sabido sus nombres, estaba bellísima, su cabello moreno y suavemente ondulado caía sobre sus hombros desnudos, sus ojos verdes como las aguas del Mediterráneo de donde había surgido me miraron con cierta incredulidad y estupor, como si se preguntara, ¿qué hará este tipo tan estrafalario aquí?. Su tez blanca como la espuma de la que nació -dicen que el hijo de Urano le cortó los testículos a su padre y los tiró al mar, estos produjeron una espuma de la que nació ella- resplandecía bajo los rayos del sol.  Yo seguía empapándome de su figura sin osar decir esta boquica es mía, me fije en una cosa, ¡sus brazos estaban enteros!, así que Milo no la sacó bien, con manos y todo, unas manos delicadas con las que se atusaba  su cabello moreno, una caricia de ellas haría subir la libido y enervar al hombre menos ardiente o más frío de la tierra, sus senos afloraban del liviano vestido firmes y procaces, rematados en su cima por dos frutos del bosque, carmesí, que incitaban a comerlos, sus caderas onduladas y sus largas piernas me embelesaban. El vientre liso y su breve cintura atraían mis ojos como el imán al hierro. Estaba más excitado que cuando vi la primera vez cruzar las piernas a la Sharon Stone en instinto básico allá por los 90, o el canalillo de Tera Patrick. Además el contraste con las gracias que eran más bien puestas en carnes y hasta algo celulíticas (véase Rubens en el Pardo), todavía daba mayor encanto si cabe a su figura.

Al ver mi turbación sonrió, me miro fijamente y me pidió que me acercara a ella... su labios rojos parecían ofrecerse mientras me acercaba mirándola turbado... entonces resonó una voz estruendosa...

 

¡BUENOS DÍAS SEÑORAS Y SEÑORES, SON... LAS 8 DE LA MAÑANA!

 

Era Carlos Herrera que me despertaba como todos los días a la misma hora...

Visita al Olimpo

Visita al Olimpo

 

VISITA AL OLIMPO

Parte segunda

... Lo del intérprete lo pensé bien, me vino una idea a la cabeza y le dije:

  • ¿No andará por aquí un tal Marcial?, pregunto por él porque ese señor es paisano mío y nos entenderemos bien, o él o el Séneca que también es hispano aunque de otra provincia, y son personas cultas y con ellos no tendré problemas.

  • Seguro que sí, es posible que estén los dos juntos, pues siempre se han llevado bien, me respondió la musa.

  • Vale, pues si puedes avisar a Marcial, le dices que hay aquí un paisano suyo que necesita su ayuda.

Ni corta ni perezosa la musa hizo sonar su voz argentina través de una enorme trompa y se oyo en todo el entorno:...

?Dominus Marcus Valerius Martialis, homo hispanicus exspecto te in prima porta?.

Mientras, las otras musas me ofrecían una especie de silla más pequeña que un triclinium y colocaban sobre una mensa delphica un canistrum con frutos frescos, una jarra (crater) con vino y un vaso (calathus) para que me sirviera, mejor dicho para que bebiera pues muy solícitas ellas enseguida me lo llenaron, y no estaba malo la verdad, muy parecido al Somontano y con las uvas, manzanas y los melocotones de la cesta entraba de gloria. Y pensé... ?Nunca fuera caballero de damas tan bien servido, como fuera D. Ignacio cuando al Olimpo vino?, no es frase mía, pero ya que estamos en esto de la literatura y para demostrar que estoy puesto y la hago...

Y en esas estaba cuando apareció Marcial, solo, con andar pausado, elegantemente vestido con su toga de color azul, limpia, sobre una túnica carmesí y sus sandalias de cuero de cabra dejando oír con rotundidad sus pasos en el empedrado.

  • ¿Tu me esperabas?, ¿Cuál es tu nombre?, dijo a modo de saludo.

  • Ignacio y soy de Caesar Augusta, Zaragoza tu tierra, le respondí.

  • Ignatius... Y no confundamos ¿eh?, Que yo no era de Caesar Augusta, que nací en Bilbilis, me apuntó algo molesto.

Parece ser que ya entonces había rivalidades vecinales o es que al ser las comunicaciones más difíciles, casi nada los pasos por La Muela, Morata, El Frasno y Cavero o como se llamaran en aquel tiempo, para ir andando o a caballo, aunque no creo que por aquellos entonces anduvieran por los montes, utilizarían las facilidades de la orografía que es lo que se hacía y por donde se trazaban calzadas y caminos hasta la aparición de los ingenieros, de caminos. Así pues que no estaba tan arraigado el sentimiento de proximidad y solo debían ser paisanos los del entorno más próximo, o sea de cómo mucho de cinco a veinte leguas de distancia.

  • Bueno pero están cerca y ahora somos todos aragoneses, así que paisanos, le insistí.

  • Bien, dejemos de discutir banalidades y vayamos al grano, ¿qué te trae por aquí?, me dijo.

  • Pues verá, ya sabe usted que me gusta la historia, en la tierra y en mis días he procurado leer sobre lo que se cuenta de la gente antigua, incluso alguna vez he tenido la fortuna de estar en directo con algún personaje de hace siglos, no se si de verdad o han sido imaginaciones mías pero me ha gustado recordarlo, me lo paso bien y luego lo escribo. No vea como me pone el tratar con tipos de hace 20 o 25 siglos, y conocer de primera mano lo que se cuentan. Al fin y al cabo en todas las épocas se han cocido las habas y siempre puedo encontrar algo común.

  • De acuerdo Ignatius, demos un paseo mientras me cuentas que haces tú en la tierra, ¿estudias o trabajas?.

Le comenté brevemente mi situación, que ya había obtenido el rango de retirado luego de muchos años dando el callo, aunque no creo que se enterara mucho dado lo alejado de su realidad y su pensamiento en el tiempo y que por sus días no existía la Seguridad Social, y así se lo hice notar, pero él me dijo que no creyera que los tiempos habían variado mucho desde los suyos y me dijo lo siguiente.

  • Mira Ignatius, -¡que pelma se estaba poniendo con el latinajo!- cuando yo me volví al pueblo, luego de mi periplo y mis intentos de hacer fortuna en Roma -tomé buena nota de que entonces también existía la emigración para conseguir las habichuelas- le escribí una carta a un primo mío y para que veas que esto ha cambiado poco o nada, le decía lo siguiente:

Y me recitó un poema que yo ya había leído en algún sitio, pero que escuchándolo de sus labios, un tipo como él, vestido con semejante toga y aquellas pintas de filósofo, me pareció algo tan actual como los tranvías o la tele, me regocijé escuchándoselo declamar: Las cosas que hacen feliz, amigo Ignatius (Marcial dice el original), la vida son: el caudal heredado, no adquirido con fatiga; tierra al cultivo no ingrata; hogar con lumbre continua; ningún pleito, poca corte; la mente siempre tranquila; sobradas fuerzas, salud; prudencia pero sencilla; igualdad en los amigos; mesa sin arte, exquisita; noche libre de tristeza; sin exceso en la bebida; mujer casta, alegre, y sueño que acorte la noche fría; contentarse con su suerte, sin aspirar a la dicha; y finalmente, no temer ni anhelar el postrer día. ¡Joooder el tío!... ¿verdad que sabía por donde venían los tiros?.

Todo esto me lo decía mientras caminábamos y yo observaba todo aquel entorno. No muy distantes y sobre una loma se podía distinguir un gran grupo de gentes que andaban todos medio desnudos, lo cual demuestra la antigüedad del naturismo, los tíos en pelota picada luciendo unos cuerpos cachas que no veáis, musculosos y sin un gramo de grasa por ninguna parte se entretenían haciendo posturas y ejercicios gimnásticos, algunos con espadas y otros con todo tipo de artilugios de guerra o para la guerra, eran o debían ser los héroes y guerreros aqueos, tracios, tricios, dálmatas o yo que sé, que se habían ganado la inmortalidad merced a Homero, Herodoto o Arctino de Mileto. Más allá en una ladera se divisaba una zona poblada de bosques, fuentes, lagos como espejos y ríos de aguas clarísimas, donde me figuré que andarían las sirenas, ninfas, faunos, personajes mitad persona mitad bicho y todos los demás seres menores y presidiendo a toda esta pléyade, allá en la cima estaban los dioses... y las diosas...

  • Y ahora por qué o por quien tienes interés ¿y por donde quieres que empecemos?, me sonrió amablemente a la vez que miraba de soslayo mis pintas de guerrero.

Yo la verdad es que estaba maravillado, no sabía que decirle pero me decidí y le dije:

  • Mire Marcial, una vez que estoy aquí no me gustaría marcharme sin conocer a una diosa de verdad, a Venus, Diana, Juno, Minerva o alguna de las tres gracias, y si es a las tres, pues mejor, respondí.

  • ¡Ah pillín!. ¿y porque no a Zeus o Marte? o algún otro dios.

  • No, es que... ¿sabe?..., que no se porqué, pero me gustan más las mujeres, además todos estos dioses son muy brutos, que he leído las barbaridades que hacían, si acaso, si acaso, me gustaría conocer a Hércules, o Heracles que no se aquí como lo llamarán.

  • Bien pues, veamos si las diosas tienen hora de visita, que con esto de los pintores, a todos les da por pintarlas a todas y luego con los escultores... no creas que reciben a cualquiera... no tienen tiempo material... Si no nos reciben te presentaré a Hércules, ya verás como no te defrauda, pero no es un dios no sé si lo sabías...

  • Es verdad, que solo era un héroe y según tengo entendido pasó a ser famoso porque debía ser muy currante, según cuentas las crónicas?

Visita al Olimpo

Visita al Olimpo

VISITA AL OLIMPO

Parte primera

 

La otra noche tuve un sueño... esto de los sueños es un rollo, las más de las veces no los recuerdas y cuando los recuerdas y estás disfrutando con ellos, en el momento más álgido, cuando más placenteros son... ¡Vas y te despiertas!, son como las películas de la tele, en el momento más interesante te cortan para poner los odiosos anuncios de coches, detergentes o de compresas, según cual sea la hora de emisión. Pero bueno, de este algo quedó en mi memoria y os lo voy a contar.

No se como, ya sabéis que los sueños preparan situaciones inverosímiles, pero heme aquí que me hallaba en el cielo, tampoco sé en cual si en el primero, el tercero o en el séptimo, que dicen que es el mejor y más placentero. Os diré que era un cielo diferente al que yo siempre me había imaginado, ese de las monjas, los cardenales y los obispos; por cierto ha de ser un coñazo estar para siempre con personal tan aburrido, ¿no creéis?. Este cielo estaba muy bien montado, de hecho al llegar a la puerta, que por cierto era un portalón con columnas dóricas sobre jambas planas a ambos lados y arco apuntado sobre el arquitrabe con bajorrelieves esculpidos, a mí me pareció que de Zeus y toda su parentela y sin ninguna puerta que lo cerrase, o abriese según fuera el caso, y en lugar de toparme con un personaje de blancas barbas y con un montón de llaves en la mano que te pregunta como y cuanto bueno has sido, me encontré con unas jóvenes, o a mí así me parecieron, que me sonreían y parecían decirme con su mirada, ¿qué te trae por aquí?. No sabía qué ni como decirles que me parecía que estaba soñando, pero no me atreví y me encogí de hombros simplemente. Una de ellas que se percató de mi turbación se dirigió a mí:

-????? ??, ?? ???????, ??????? ????? ?? ?? ???????? ? ????????? ??????.

-¡Ya empezamos con los idiomas!, y yo que pensaba que teniendo nociones de inglés y algo de catalán se podía ir a todos los lados... Pero creí entender por lo que aprendí cuando Laocoonte que me decía: ?Hola buenas, yo soy Caliope la musa, mis hermanas y yo somos las encargadas de la recepción?

Para empezar a tener las cosas claras me asomé tímidamente entre las columnas y, ¡Jesús!, que espectáculo. Allí estaban las hermanas de Caliope en una especie de mostrador, más o menos como la recepción de los hoteles de ahora pero sin pantalla de ordenador. ¡Las musas!, las ocho que faltaban, bellas tal como las describe Hesíodo cuando se le aparecieron en la ladera del monte Helicón, vestidas con túnicas vaporosas cada una de un color diferente, ceñidas en la cintura con un breve cíngulo y engarzadas por un leve tirante en un solo hombro las unas o simplemente prendidas del cuello otras, lo que permitía al más lerdo observador contemplar la belleza y donosura que destilaban sus hombros desnudos, sus pechos núbiles emergían del vestido con pícara inocencia y sus rizados cabellos, sueltos en unas o recogidos con cintas en otras tal como las pintó en el renacimiento el pintor flamenco Frans Floris, de ahí la lozanía que se adivinaba, mejor dicho se presenciaba, en sus cuerpos; gustos del Renacimiento. De ahí mi deducción hacia su identidad y por la mención que Caliope me había hecho. Por tanto deduje que donde me encontraba era en la entrada del monte Parnaso, o del Olimpo vaya usted a saber, ya que no había ningún cartel que lo indicara. Del interior salía y se escuchaba una música que provenía de unos instrumentos muy reconocibles y muy propios del lugar, la lira y la flauta, por lo que deduje que no se lo debían estar pasando mal los inquilinos de aquel sitio.

Así que le pregunté a la portera si podía yo pasar para echar un vistazo y si se terciaba pegar la hebra con alguno de sus ilustres moradores. No me puso impedimento alguno pero me recomendó que me vistiera al uso y si no dominaba el latín o el griego que era lo que por allí se chapurreaba me buscase un interprete de confianza si quería charlar, pues la mayoría de la gente interesante o que me pudiera interesar a mí eran bastante cerrados y algo brutos y no se esforzarían por entenderme. ¡Ah! Y no te olvides de purificarte antes de entrar, me dijo señalándome una fuente que había cerca, la de Castalia supuse. Acepté y pasé a una sala contigua a las columnas donde se hallaban colgados de una especie de perchas los ropajes adecuados. Como Caliope comprendió mi duda de cual elegir llamó a su hermana Clio para que me asesorara, pues estaba muy puesta y conocía la moda más reciente en el Olimpo. Me quitó enseguida los vaqueros y la camisa, menos mal que no siguió con la única prenda que me quedaba, y me ofreció un traje de guerrero espartano, o de gladiator tal vez, que parecía ser de mi talla. ¡Madre mía! Los tíos por aquel entonces eran más bajos de estatura que nosotros pero debían ser el doble o más de anchos porque ¡menudas pintas!, con mis gafas y mi bigote casi blanco, vestido de gladiador... si al menos me hubiera pillado en mi época de barbado... ¿Y el casco??, no hubo manera de encontrar uno de mi talla craneal, le pedí por favor a la musa que me procurara algún paño o lienzo para introducirlo en él o papeles de periódico, papiros le dije, para poder al menos ver , pues se me calaba hasta más abajo de la nariz, ni las orejas le servían de tope. Hay que ver que cabezudos eran también o es que como todos llevaban semejantes melenas... pues claro los gorros debían ser holgados. Mi imagen debía ser hilarante, pues un guerrero espartano con zapatos y calcetines negros, pues que no... Por tal motivo se acercó conteniendo su hilaridad, para no mosquearme, otra de las musas, Erato, y con cariño pero respetuosamente me quitó las prendas que no pegaban y me calzó unas sandalias tipo Segarra, parecidas a los zapatos gorila de mi infancia, pero con cintas para sujetarlas arrolladas en espiral a la pantorrilla, y ya era otra cosa... como cambia el paisaje por una peña o un arbolito más o menos. Así que me dispuse a entrar en el Olimpo una vez que mi estampa se adecuaba a las circunstancias...

LAOCOONTE

Parte segunda y fin.

 

Bien pues, continúo. Yo ya había adivinado de quien se trataba, pues las pintas le delataban, pero no obstante le pregunté para asegurarme y no cometer fallos si del verdadero Laocoonte se trataba, si era el mismo que vestía y calzaba, sobraba lo de vestir y calzar pues el hombre estaba como Capyos lo trajo al mundo, pero su cuerpo musculoso, atlético, sus piernas y brazos, cual si de un culturista moderno se tratase, le delataban, era tal cual la escultura que se puede admirar en el Vaticano, además al ir acompañado de los dos apuestos jóvenes, sus hijos, no me podía equivocar. Le tradujo mi pregunta el muchacho que estaba más puesto en idiomas y me contestó que sí, que era quien yo había deducido y me presentó a sus hijos. “Estos son  Antifantes y Timbreo para lo que usted guste mandar”. Le agradecí y me presente yo mismo. “Mi nombre es Ignacio... Ignacio Lacámara”. No sé como me presentó Timbreo que es el que hacía de traductor, pero me perdí haber sabido decir mi nombre en griego antiguo, creo que dijo Iknatio o algo así. Olga creo que lo sabrá.

-¿Y que le trae por estas tierras?, ¿Qué hace un hombretón como usted en un lugar como este?, y tan alejado en el tiempo y en el espacio de vuestra realidad.

-Verás, me respondió y ya me tuteaba -le debí caer bien- Ya sabes lo de Troya; no me hicieron caso los jodidos troyanos con aquello del dichoso caballo, yo quería quemarlo porque algo me barruntaba, no lo destruyeron y ya ves lo que les pasó, dieron todos con sus huesos en la fosa, unos degollados por los aqueos que salieron de dentro; y que yo ya me lo temía ¡que astuto el Odiseo!, y los más quemados por el fuego que estos dieron a la ciudad. Y lo peor es que yo no pude ya verlo para decirles; “veis capullos lo que os pasa por no hacerme caso”, no pude, ni tampoco estos zagales mios pudieron verlo porque el Poseidón que era un envidioso de la ostia y no se andaba con chiquitas a la hora de tomar decisiones, envió unas serpientes enormes contra nosotros, unos culebrones que nos cogieron a los tres de improviso, se enroscaron a nosotros y nos ahogaron, así que unos por cabezotas y nosotros por venganza del rencoroso dios del mar... nunca más se supo, todos al otro barrio, y la ciudad hecha un desastre del que ya no se recuperó. Menos mal que unos buenos artistas rodios se acordaron de nosotros y nos inmortalizaron en su escultura, de ahí que ahora podamos darnos alguna vuelta por algún lugar donde se masque alguna tragedia.

-¿Y para eso han venido aquí?, le argumenté, Aquí no es que vayan las cosas muy bien pero tanto como lo de Troya no creo que sea, vamos digo yo. Aunque usted que es medio dios o al menos fue su sacerdote y está muy en contacto con los del Olimpo algo sabrá, cuente cuente...

- No te voy a contar nada, me respondió, que luego lo cascáis todo en la tele, dejemos que los acontecimientos discurran según lo previsto, además aquí reina un rey, Juan Carlos I creo que se llama, y a ese le corresponde arreglar los desaguisados antes de que se desmanden y terminen en tragedia, dijo como buen sacerdote y adepto a las corrientes teatrales de por aquel entonces.

-Pues si que la llevamos buena, le dije, precisamente aquí en esta parte de la Tarraconense no es que tenga demasiada acogida su regia figura, y además los reyes de ahora no son como los que usted está acostumbrado a tratar, los Agamenones, Priamos, Ulises y Menelaos, dicen que son constitucionales o sea que hacen lo que les da la real gana, y nunca mejor aplicado el adjetivo, pero dentro de la constitución. Seguro que no sabrá que rollo es ese de la constitución y se nos haría de día si se lo tengo que explicar. Por cierto, conoció a Helena, le pregunté. ¿Como era?, ¿Era tan guapa como dicen? Debía ser una tía de bandera, pues ya los Teseo y Piritoo se la quisieron calzar, y de hecho la raptaron también y  para que el puñetero Paris armara la que armó por culpa de ella…

-Sí era maja la moza, sí, me respondió el ex sacerdote de Apolo, de hecho me creo que había nacido para ser raptada pues la raptaron primeramente esa pareja que mencionas, menudos granujas, pues no se la echaron a suerte... y al final, guerra más o guerra menos por su culpa, mira, pues que se casó con un tal Menelao, pero apareció por allí el  Paris ese que por ciertoestaba de muy buen ver y la tía le puso los cuernos a su marido, se largó con él a Troya y claro estos griegos que eran muy suyos, empezaron que si la había raptado, que fíjese usted que afrenta, que la honra aunque sea de un griego es mucha honra, que si habían de ensanchar las puertas para Menelao, en fin que había que hacer algo y ni cortos ni perezosos se prepararon unos barcos con unos cuantos amigos y se marcharon a buscarla a Troya donde retozaba feliz con su nuevo chico. Y por eso se armó la guerra de Troya y si quieres saber más te lees la Iliada de un tal Homero que ahí lo explica bien.

-¡Jo!, le dije, pero conocer los hechos de primera mano, de un personaje que ha sido parte de la historia, mola más, vaya usted a saber lo que habrá puesto Homero de su cosecha.

-Bueno caballero, que se está haciendo tarde y su esposa le estará esperando, me espetó de pronto, ¿y como es que no está aquí ella?, con la noche tan bonita que hace.

-Es que es muy friolera y se ha quedado en casa, le respondí.

-¿Qué es qué...?, me preguntó. Mejor me lo explicas otro día que ya es tarde, me dijo con tono cortante. Y con una voz hostigó a los istrícidos que arrastraron de nuevo al mar el carro con los tres personajes.

Y digo yo, eso de mejor me lo explica otro día, ¿querrá decir que vendrá otra vez?, yo no pienso volver a Calafell hasta el año que viene, así que como no suba por el Ebro ahora que lo van a hacer navegable... Antes de marchar, Antifantes que había estado callado todo el tiempo me alargo algo en su mano, era una orquídea, ¡que detalle!. Se la daré a mi mujer, sabe Dios que se pensará que estoy haciendo a estas horas y seguro que está preocupada... ¿se lo creerá si se lo cuento?. Levanté la mano con la orquídea y esbocé un saludo de despedida en su idioma, de lo poco que se me había quedado durante la conversación,

-“Прочут е с предупрежденията “: (¡Vaya bueno...!).

Cuando desapareció el carro, los istrícidos, Laocoonte y sus muchachos, en la playa flotaba un olor especial, un olor raro, como a ácido prosódico (PrO3Na2) o algo así me pareció a mí

Al día siguiente volví por la mañana y todavía se podían ver las huellas dejadas por los acúleos de los istrícidos que tiraban de la carreta.

No se lo había contado a nadie...

ZARAGOZA 1808

ZARAGOZA 1808

La capital del reino de Aragón, con sus 55.000 habitantes estaba construida por una red de calles estrechas y sombrías, esparcida de plazuelas. Contaba con ocho puertas; Puerta Sancho, Portillo, Carmen, Santa Engracia, Quemada, Sol, Ángel y San Idelfonso o tripería, aunque según las crónicas hubo 4 más de la época romana: Cinegia, Portaza (en Tenerías), Duque (en San Miguel) y Valencia . Sus muros o murallas eran la unión que formaban las casas con tapias y cercados en jardines y huertos. Construidos con cal y canto, tierra o ladrillos. A simple vista, la defensa de la ciudad era completamente nula, haciendo de Zaragoza una ciudad abierta.

Contaba con dieciséis conventos de monjas y veinticuatro de frailes, algunos de los cuales eran hermosas masas arquitectónicas con relevante valor artístico. Por desgracia, unos cuantos fueron destruidos durante los asedios. En la orilla izquierda del Ebro al otro lado del puente de Piedra, se situaba el Arrabal de Altabas con sus fértiles huertas y sus dos monasterios. La ciudad en sus afueras estaba rodeada de extensos campos de olivos. Por su parte este, transcurre el río Huerva que desemboca en el Ebro. Posee de unas lomas estratégicamente situadas; la de Torrero, Casablanca y Buena Vista, por cuyo pie discurre el Canal Imperial de Aragón y que fueron muy bien aprovechadas por los franceses para bombardear a placer la ciudad.

Su orgullo eran las dos iglesias catedrales, La Seo y El Pilar, sobre todo esta última. Contaba con dos hospitales, el de Convalecientes y Nuestra Señora de Gracia. Siendo prestigiosos y caritativos, acogiendo toda clase de enfermos e incluso dementes. Sus médicos tenían merecida fama en toda Europa.

La Real Academia de Bellas Artes de San Luis promovía la industria artesanal, fomentando mano de obra cualificada. La economía de la ciudad se basaba en la agricultura, ganadería y comercio.

La ciudad publicaba gaceta y diario. Para distracción de la población disponía de plaza de toros y un teatro. Era sede de la Capitanía General así como de magistrados, arzobispos, regidores, nobleza y ricos propietarios con sus lujosos palacios. La sociedad, como en el resto de España era feudal e inculta, solo una pequeña minoría era ilustrada. La Real Sociedad Económica Aragonesa de amigos del País, trataba de innovar con poco éxito, pues chocaba con el clero y los claustrales de la Universidad con su conservadurismo.

 

LAOCOONTE

LAOCOONTE

LAOCOONTE

Parte primera

 

Era de noche, la luna llena rielaba y cabrilleaba sobre las calmadas aguas del Mediterráneo, el Mare Nostrum, me apeteció dar un paseo por la playa pisando la arena descalzo y dejando que el calmo vaivén de las aguas al romper suavemente en la orilla mojara mis pies. El día había sido como todos, compra matinal, periódicos pan y todo eso, lectura, toma del sol bajo la sombrilla -faltaría más con lo puñetero que se está poniendo eso de tomar el sol con lo del agujero de la capa de ozono- cañita y cigarrito después del baño, comida, sesteo al arrullo de las palabras del narrador de la etapa del tour de Francia... ¿qué tendrá esta carrera para que produzca tal sopor?, con lo jodido que lo tienen que pasar los pobres pedaleantes dale que dale por esas cuestas gabachas para que el desagradecido espectador de sillóncicling cierre los ojos poquito a poco y... claro, es el verano. Luego por la tarde el consabido y puto paseo; Hola, ¿qué tal?, ¿Para muchos días?, nosotros vinimos ayer, Mariví también viene mañana su marido trabaja hasta el viernes... y digo yo ¿queda alguien en Zaragoza?, ¡coño si están todos aquí!. Y así un día tras otro. Creo que la playa se ha hecho vieja, ya no hay señoras de las de antes, ni dentro ni fuera. Y es verdad, hace años era un placer tomar el sol o bañarte en la playa y ver como iban pasando por delante de tus ojos una pléyade de bañistas elegantes, cuando digo bañistas solo me refiero a los del sexo femenino pues como la palabreja es neutra vale para ambos sexos y no vamos a entrar en disquisiciones metafóricas de miembros y miembras como la ministra Aido; hasta las autóctonas estaban de chúmame domine -hoy deben ser las mismas pero con veintitantos años más y la misma cantidad de kilos añadidos sobre su esqueleto- y no tengo nada en contra de las llenitas, al contrario, me gustan más que las escuálidas, ofrecen un inmejorable aspecto de lozanía, incluso maternal diría yo- y no les digo nada cuando les dio por aligerarse de la parte de arriba del bikini por aquello de que ya estaba bien, que los hombres pasaban menos calor al usar una prenda de una sola pieza y ellas ¿porqué habían de ser menos?, se las veía espectaculares a las más de ellas. Ahora... ¡ahora tenía que estar prohibido!, so pena de haber pasado antes un examen previo ante la autoridad municipal competente, por aquello del deterioro del medio ambiente, cualquier desfachatada desparrama sus tetas sin pudor a la vista incluso de los más tiernos infantes, que son los que de verdad más entienden de tetas, vocingleras, chapurreando la mayoría un catalán tan horrible que si mosen Jacinto Verdaguer levantara la cabeza las encorría a todas a bonetazos. ¿Y por la tarde?. ¡Ah el paseo!. ¿Do son aquellas damitas de piel dorada por el sol?, el pelo suelto, con sus vestidos ibicencos blancos o de colores suaves para dar contraste al color de la piel, largos casi hasta los tobillos, de delgadísimos tirantes que daban sensación de fragilidad sobre los hombros desnudos, como si se fueran a caer en cualquier momento, algunas con un escote holgado que permitían adivinar, y en muchos casos ver, los senos de la dama en cuestión, abundantes y firmes en unas y más chiquitines en otras, sandalias de tiras o zapatos del mismo material y con un ligero tacón las más bajitas. Eso era la playa. Ahora... todas con sus pantalones horribles, camisetas ajustadas y cortas, enseñando ombligos incrustados bajo una masa de carne trémula y perforados los más con esa especie de increíbles pendientes, queriendo aparentar lo que la naturaleza ya les niega y la ciencia todavía no alcanza a proporcionarlo. Y no te digo las jóvenes, que también las hay que desperdician la fina estampa que proporciona la edad juvenil y la entierran bajo unos ropajes infames, raperos... de mierda; en fin,  que la playa ya no es lo que era, o tal vez el que no lo sea, sea yo...   

Y no sé porque pero cada vez que me paseo de noche por la orilla del mar, sintiendo ese frescor del agua en mis extremidades que agudiza el pensamiento y te despeja la mente tanto, que ésta vuela, comienza a imaginar y... alguna vez eso se hace realidad, las imaginaciones no son tales. Ese día había sido lunes, un espléndido lunes del mes de Julio por más señas, contemplaba ensimismado como les digo el maravilloso espectáculo de la mar con la luna llena recién emergiendo por el horizonte, por el sureste como debe ser una  salida de luna elegante, rojiza, enorme, no serían aun las once de la noche y mis ojos no daban crédito a lo que de repente surgió ante ellos. Allá donde las aguas de la mar comienza a tomar ese tinte blanco por la espuma y el reflejo de la luz del satélite, justo a unos metros de mí, vi como surgía de ellas una figura majestuosa, sobre una especie de carro tirado por al menos seis magníficos istrícidos con sus lomos rematados por espeluznantes acúleos, que luego pude comprobar eran elásticos para no dañar a su propietario. Ante mí había aparecido majestuoso Laocoonte. Sí, el mismo en persona, con su rizada barba y cabellera abundante tal como Hagesandro, Polidoro y Atenodoro lo esculpieran a principios de nuestra era, con sus hijos pero sin la serpiente -esta ya habría fenecido o se habría perdido en el largo trecho en carro desde Rodas- el carro debía ser el de Cibeles, diosa de la tierra, de la vida y de la resurrección, pero no estaba tirado por leones, sino, como les he dicho antes, por imponentes istrícidos. Advirtió que lo estaba mirando incrédulo y con voz estentórea y atronadora me dijo...

-“от Уикипедия, свободната енциклопедия”.

No le entendí nada, pero uno de sus hijos que debía haber salido aventajado en esto de los idiomas, o no se había quedado anclado en siglo I me repitió la frase en nustro idioma, “¿Donde coño hemos venido a parar?”. Le respondí que a Calafell, un pueblo de lo que fue la Hispania para ellos, provincia de la Tarraconense. Fue el preludio de una plática agradable y enriquecedora que se prolongó hasta pasada la media noche y que les terminaré de contar si lo consideran interesante...